martes, 18 de febrero de 2025

POR FAVOR, NO ME COMPAREN A CHINA CON CUBA NI CON VENEZUELA

NO A LAS DICTADURAS...

En un post anterior, afirmé rotundamente que me repugnaban, a nivel político, todo tipo de dictaduras, fueran del color que fueran: rojas, azules, amarillas o verdes. La supresión de las libertades individuales y del pluralismo ideológico, la eliminación de la separación de poderes y el acaparamiento de todos los resortes del Estado por parte del gobierno de turno son taras, fallas, que cercenan gran parte de las capacidades de una persona para desarrollar una vida autónoma y efectiva de progreso.

PERO SÍ AL BIENESTAR ECONÓMICO DE LOS CIUDADANOS

Sin embargo, para ser sinceros, y teniendo como uno de los ejes fundamentales de este blog el concepto de "Razón", he de admitir que, a nivel económico al menos, no todos los regímenes personalistas son iguales, y que algunos han aportado elementos positivos a sus ciudadanos en esta materia. Podría dar algunos ejemplos que están en la cabeza de cualquiera (no muchos, por cierto), pero me centraré en el que considero el más extraordinario de ellos, el ejecutado por los sucesivos gobiernos de la República Popular China (RPCh) desde hace cuarenta y siete años. 

CHINA, EN MANOS DE UN GENOCIDA (1949-1976)

La actual RPCh se fundó en 1949, después de la victoria del Partido Comunista Chino (PCCh) frente al Kuomintang o Partido Nacionalista Chino durante la Guerra Civil china, desarrollada en dos fases: 1927-1936 y 1945-1949. A raíz de esta, los comunistas controlaron completamente la China continental, mientras que los nacionalistas tuvieron que refugiarse en la isla de Taiwán, territorio que desde 1971 no es aceptado por la ONU, que tan solo reconoce a la RPCh.

La desgracia, la mala suerte o, simplemente, el destino, quiso que desde el 1 de octubre de 1949 hasta el 9 de septiembre de 1976, la nueva RPCh cayera en manos de Mao Zedong, el más grande genocida de la historia (por encima de Josef Stalin y Adolf Hitler). Este siniestro personaje (al que, incomprensiblemente, muchos siguen aún reivindicando, incluso aquí, en España) hizo de la China continental un laboratorio particular para desarrollar su ideología marxista-leninista, pero con matices propios fundamentados en las características de la sociedad china. Dos de sus grandes proyectos le catapultaron definitivamente hacia la cima... del horror. El primero, el denominado Gran Salto Adelante (1958-1962), que trataba de transformar la economía agraria del país, pero que provocó finalmente la Gran Hambruna china, a consecuencia de la cual murieron unos cuarenta y cinco millones de personas. Y el segundo, la llamada Revolución Cultural (1966-1976), que consistió en una campaña del infausto Gran Timonel (nombre con el que se conocía a Mao) contra los partidarios del "capitalismo", que incluyó humillaciones públicas, encarcelamientos arbitrarios, torturas, trabajos forzados y ejecuciones, y que supuso la muerte de unos veinte millones de seres humanos. En total, unos sesenta y cinco millones de personas (cerca del 10 % de la población) perecieron gracias a las políticas marxistas-leninistas-maoístas.

Después de veintisiete años de ingeniería social y económica disparatada, de represión inmisericorde y de culto a su persona, Mao Zedong llegó al último día de su vida dejando a China convertida en un solar pobre y atrasado. El enésimo experimento por crear un paraíso en la tierra de corte comunista había fracasado estrepitosamente una vez más.

Mao Zedong y Deng Xiaoping, cruz y cara de China (BBC News Mundo, 18-12-18)

LA HORA DE LOS REFORMISTAS (1978- )

Ante este desastre descomunal, las nuevas autoridades chinas, encabezadas por Deng Xiaoping, el nuevo hombre fuerte tras la muerte de Mao, aprobaron, en una reunión del Comité Central del PCCh celebrada el 18 de diciembre de 1978, un ambicioso programa de reformas económicas. El proceso reformista cambió radicalmente el rumbo del país, y abrió las puertas a lo que el Real Instituto Elcano denomina "la mayor revolución económica en la historia de la humanidad", ya que nunca antes un colectivo humano tan grande ha experimentado una transformación económica tan intensa en un período de tiempo tan corto.

La clave de este sí Gran Salto Adelante ha sido dejar de lado la política, la supuesta lucha de clases y la ideología en favor del crecimiento económico, la modernización y la mejora de las condiciones de vida de la población. Las dos grandes estrategias de la reforma (la liberalización del sistema económico y la apertura al exterior, todo realizado de forma gradual) han permitido en estas últimas cuatro décadas y media que la economía china haya crecido a tasas vertiginosas, convirtiéndose en la segunda potencia económica del mundo; un aumento del nivel de vida espectacular (se calcula que unos setecientos millones de personas han podido salir de la pobreza); e, incluso, una mejora en el nivel de libertades personales, aun cuando el PCCh ha seguido ostentando el poder de forma monolítica.

Shenzhen, el Silicon Valley chino

¿QUÉ TENDRÁ QUE VER CHINA CON COREA DEL NORTE?

A pesar de esta cascada de datos fríos y objetivos, gran parte de los medios de comunicación y de la sociedad española continúan "mezclando churras y merinas", intentando comparar este auténtico milagro desarrollado en el sudeste asiático con otros regímenes en el mundo. Así, muchos analistas y ciudadanos conservadores afirman que China no es más que una pieza en el tablero de países que, como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Siria o Corea del Norte, son gobernados por sátrapas sin alma con mano de hierro. En esta discusión, por supuesto, cada uno puede decir lo que le dé la gana, pero lo cierto es que en los últimos datos publicados sobre el Producto Interior Bruto (PIB) a nivel mundial, que suele ser el elemento de referencia para determinar la riqueza y el bienestar de un país, China se encuentra en el puesto 2, solo por detrás de Estados Unidos; Cuba, en el 32; Venezuela, en el 71; Siria, en el 114; Nicaragua, en el 129; y de Corea del Norte nada sabemos porque el régimen personalista que allí gobierna es tan opaco que ni siquiera ofrece cifras económica al resto del mundo.

Insisto en que, a nivel político, el régimen chino me repugna. La matanza de la plaza de Tiananmén el 4 de junio de 1989 o el primer puesto que la RPCh ocupa en el mundo en cuanto a número de condenas a pena de muerte nos recuerdan constantemente la parte oscura y siniestra del gobierno de la segunda nación más poblada de la Tierra. Sin embargo, en la vida no suele haber blancos y negros absolutos, sino toda una gama de grises intermedios.

A FAVOR DE LAS REFORMAS, NO DE LAS IDEOLOGÍAS

En este sentido, después del "terremoto" Mao, y sin renunciar al monopolio del poder, los subsiguientes líderes del régimen chino dejaron en un segundo plano la ideología, y se centraron en el verdadero y único objetivo que debería guiar la acción de cualquier gobierno: la prosperidad y el bienestar de sus ciudadanos. Desde este punto de vista, Deng Xiaoping (1978-1989), Jian Zemin (1989-2002), Hu Hintao (2002-2012) y Xi Jinping (2012 hasta el presente) han cumplido perfectamente con esta tarea. Comparar a estos gobernantes con Fidel Castro (en su día, el séptimo mandatario más rico de la tierra), Nicolás Maduro, Bashar al Assad, Daniel Ortega o Kim Jong-un es, desde mi punto de vista, un ejercicio disparatado y fuera de lugar.

En la actualidad, de los 193 países integrados en la ONU, más de 50 (un poco más de la cuarta parte) viven bajo regímenes dictatoriales. De estos, la inmensa mayoría chapotean en la pobreza y la miseria. Y dentro de la minoría restante, solo uno ha comprendido, desde 1978, que el centro de la acción gubernamental ha de ser la persona y no las entelequias ideológicas. Eso mismo entendieron otros políticos comunistas, como los soviéticos Nikita Kruschev y, sobre todo, Mijaíl Gorbachov. Y hay que reconocer que, en todos estos casos, sus vidas y sus políticas hicieron en su día de sus respectivos países hogares mejores y más prósperos que los existentes antes de ellos. Por ello, y volviendo al título de la entrada de hoy, por favor, la próxima que vez que hablen de China, no me la comparen con Cuba ni con Venezuela.









jueves, 6 de febrero de 2025

LAS PRUEBAS DEL ALGODÓN

EL 89 % DEL ICEBERG

¿Es posible conocer en profundidad la catadura moral de una persona? ¿Somos capaces de penetrar en la parte nuclear del ser humano en cuanto a su faceta ética? ¿Podemos estar toda una vida engañados sobre los valores morales más íntimos de un familiar, un amigo o un allegado?

Llevo muchos, muchísimos años, haciéndome estas preguntas, y desde hace muchos, muchísimos años, he llegado a la conclusión de que para llegar a saber si un hombre o una mujer merece realmente la pena, si tiene "buen fondo" (como diría una querida excompañera del trabajo), debe pasar por un triple filtro, por un severo escrutinio, por un exigente examen que, por desgracia (o por suerte, según se mire), solo acontece muy pocas veces durante la vida.

En ese análisis interior de los seres humanos, considero que el 5 % de sus integrantes son ángeles, el 5 % son demonios y el 90 % restante, ni especialmente buenos ni especialmente malos. A mí, realmente, no me interesan en esta ocasión los santos, los héroes, los mártires o los voluntarios en las ONG, pero tampoco los tiranos, los terroristas, los pederastas o los maltratadores. No. A mí me importan, en esta disección social, el común de los mortales, la gente "normal", la que uno se encuentra todos los días en su entorno más próximo, en la familia, en el trabajo, en los ratos de ocio, en el vecindario.

Parto de la base de que todos tenemos facetas múltiples, que durante la vida sobresalen, antes o después, a la superficie: bondad/maldad, generosidad/egoísmo, altura de miras/cortoplacismo, tolerancia/odio, humildad/prepotencia... Sin embargo, todas estas virtudes y defectos solo los observamos en pequeñas dosis, en la parte más externa de nuestro ser. Por decirlo gráficamente, esa inmensa mayoría de la población a la que me refiero, y en la que, naturalmente, me incluyo, se parece/nos parecemos a un iceberg, ese témpano de hielo flotante del que tan solo avizoramos una pequeña parte (11 %), ya que la casi totalidad de su superficie (89 %) se encuentra escondida bajo el agua, en las profundidades de mares y océanos. ¿Cómo saber si ese familiar tan entrañable, ese amigo tan bondadoso, ese compañero del trabajo tan simpático, ese vecino tan atento, no esconde una parte insondable de oscuridad y miseria? Supongo que habrá muchos métodos, pero yo, con el paso del tiempo, he atisbado tres infalibles: el comportamiento ante una herencia, ante una enfermedad muy grave y ante la muerte.

Blog de los niños (28-2-19)

HERENCIAS

En torno a 1625, el genial Francisco de Quevedo escribió un famosísimo poema titulado Letrilla satírica, pero que siempre ha sido conocido como Poderoso caballero es don Dinero. Este texto, que se halla entre las cien mejores poesías de la lengua española, concretamente en el puesto cincuenta y seis, es una sátira sobre la influencia y el poder que el dinero tiene en la sociedad, capaz de modificar el comportamiento de las personas, independientemente de su origen o condición social.

Podemos constatar con rotundidad, cuatrocientos años después de la inmortal pieza, que su significado sigue vigente e inmutable a día de hoy. Y puedo afirmar, y afirmo, que la primera "prueba del algodón" para desenmascar a una persona tiene que ver, precisamente, con aquel gran personaje don Dinero: la forma de comportarnos ante una herencia. Y aquí pongo la lupa, fundamentalmente, en los hijos del fallecido, aunque pudiera haber otros familiares afectados.

¿Quién pudiera pensar cuando uno es pequeño, y convive y juega con su hermano en casa de sus padres, que varias décadas después (si la naturaleza lo permite, por supuesto) puede enfrentarse en una batalla campal contra su otra mitad en la familia? Y, sin embargo, la vida se halla llena de estas guerras sin cuartel por los despojos del difunto, en las que se demostrará finalmente la catadura moral de cada uno. Dinero, propiedades, objetos, todo un sinfín de bienes terrenales (solo bienes terrenales, que no nos acompañarán a la otra vida), por los que hermanos, hermanas, cuñados y cuñadas, con testamento o sin él, se enfrentarán, unas veces como seres racionales y otras muchas, como una manada de gorilas: que por qué padre te ha dejado la casa grande, y a mí, la mediana; que por qué madre te ha asignado aquella finca tan bien situada, y a mí, esta tan periférica; que por que a mí me tocó la parte peor del lote, y a ti la mejor (y eso que el sorteo había sido convenido previamente por ambas partes)...

Ese, el día en que se abre el testamento o el del reparto de los bienes, indicará claramente si la parte profunda de la persona, la zona escondida del iceberg, se halla llena de luz o se encuentra poblada de tinieblas y gusanos.

ENFERMEDADES

No, no hablo aquí de una gripe, una hernia, cálculos en el riñón o una apendicitis. Aquí me refiero a aquellas enfermedades que, como los grandes puertos del Tour de Francia (Alpe d'Huez, Galibier, Madeleine, La Plagne, Izoard, Tourmalet o Puy de Dôme), las considero, no de primera categoría, sino hors categorie, como pudieran ser, entre otras, el parkinson, la esclerosis múltiple, el cáncer o, por encima de todos, el alzheimer.

Y ante la forma en la que abordamos estas grandes desgracias de nuestros prójimos, se acredita, más incluso que con el tema de las dichosas herencias, el pelaje del que estamos revestidos en nuestro fuero interno. Y, por cierto, si uno no ha pasado por alguna de estas traumáticas experiencias, probablemente no se llegue a creer alguna reacciones.

Una madre va empujando la silla de ruedas que lleva a su joven hija por la calle. Durante ese trayecto por las aceras del barrio, gran parte de los conocidos saludan y hablan con ambas mujeres, pero otro segmento significativo de allegados se para a charlar con ellas, aunque solo se dirige hacia la madre, ya que la minusválida puede no entender la conversación (aunque la entienda perfectamente); otros pasan de largo delante del dúo, y harán que nos los ve; y, finalmente, algunos se cambian de acera para no coincidir con el puñetero cojo.

A un chaval adolescente se le ha diagnosticado un tumor cerebral. Ante esta quiebra de la fortuna, los padres le dedican mucho más tiempo, y salen menos con sus amigos de toda la vida, y empiezan a perder el contacto con el exterior. Sí, hay familiares, amigos, vecinos, que llamarán para interesarse por el estado de salud del joven (algunos, desgraciadamente, solo para husmear), pero un sector muy representativo de aquellos tardará muy poco en desengancharse de ese hábito, las llamadas irán disminuyendo con el tiempo, y tan solo quedará al final una minoría minoritaria que pregunte cómo se encuentra el chiquillo, cómo evoluciona la calamidad y cómo llevan esa cruz los padres.

Otra joven ha tenido un accidente de tráfico, y ha quedado tetrapléjica. Sus padres, como en el caso anterior, deben cambiar su vida por completo. El padre, en concreto, estaba acostumbrado a acudir una vez a la semana a una reunión con unos amigos en un local, para charlar distendidamente, para hacer vida social en definitiva. El grupo se solía juntar a la seis y media de la tarde, pero ahora la hija viene del centro de día a esa hora, y hay que atenderla durante un buen rato. Ante esa situación, el padre comenta a sus supuestos amigos que si no les importaría retrasar el horario de sus encuentros semanales una hora, pero los supuestos amigos le contestan que las siete y media es muy tarde, y que si el padre no puede acudir, pues así es la vida.

Nos hallamos en lo peor del COVID-19. Un matrimonio ha sido afectado por la cruel enfermedad, y ambos miembros han estado hospitalizados durante varios días. Se recuperan, afortunadamente, y vuelven a casa. Una amiga les llama para ver cómo se encuentran, acción que repite pasado unos dias. Pasan dos meses. Ahora es la amiga a la que se la ha detectado una enfermedad hors categorie. Ninguno de los miembros del anterior matrimonio se interesa por la ahora enferma. Cero llamadas. Pasan los meses. Al final, la mujer muere. Entonces sí, con ir al entierro los antiguos amigos creen que se arreglan las cosas.

Cuatro ejemplos dentro de una miríada de casos en donde la parábola bíblica del buen samaritano vuelve a repetirse dos mil años después. ¿Qué conduce a una parte no pequeña de la ciudadanía a exhibir unos comportamientos tan mezquinos? ¿La prisa? ¿El pasotismo? ¿La envidia (quizá, en el pasado, el ahora caído en desgracia era una persona a la que le iba razonablemente bien la vida)? ¿La maldad intrínseca? Supongo que habrá una mezcla de todo, pero como en los genocidios o en los atentados terroristas, a la víctima le importa una mierda la ideología del verdugo. Aquella solo sabe, perfectamente, que ese familiar, amigo, vecino, otrora simpático y atento, tiene el alma llena de podredumbre y ruindad.

MUERTE

Pudiera parecer, a primera vista, que el final de la vida, como nos iguala a todos, sería un trance ante el que el ser humano reacciona espléndidamente. Pero en muchas ocasiones, no es así. 

Una mujer ha perdido recientemente a su marido. Pocos días después del óbito, un conocido (que no fue al velatorio ni al entierro, y que tampoco la llamó por teléfono) la visita. La viuda, esa mujer devastada por las circunstancias, supone que el amigo va a darla el pésame y, de paso, a gastar unos minutos con ella. Craso error. El supuesto amigo ha venido esa tarde a preguntarle una cuestión irrelevante, y ni le menciona al fallecido.

En un documental de reciente emisión, la viuda de Gregorio Ordóñez, el concejal del Partido Popular asesinado por la banda terrorista ETA en un restaurante de la parte vieja de San Sebastián el 23 de enero de 1995, comentaba las reacciones de sus vecinos y conocidos después del entierro de su marido. En el ascensor, la gente no la hablaba; por la calle, la mayoría esquivaba su presencia; y al entrar en las tiendas, se paraban las conversaciones, pero nadie, salvo el dependiente, se dirigía a ella. Eso, tras sufrir el asesinato de su marido, y con su hijo de dos años a su cargo. Es lógico que ella se viera a sí misma como una auténtica alma errante transitando por la bella Donostia. Alguno, incautamente, pensará que lo narrado es la situación de cualquier víctima del terrorismo en el País Vasco en aquellos "años del plomo", pero lo trágico es que la mayoría de los que la dieron la espalda después del atentado tenían una relación cordial y amable con ella y su marido antes de aquel. ¿Cómo explicarlo?

HAY QUE PASAR LAS PRUEBAS

Teselas de un gigantesco mosaico de miseria, fogonazos dentro de un túnel de mezquindad, teclas de un piano infernal. Son solo momentos muy minoritarios en la vida de una persona. Ni todos los días se abre un testamento, ni todos los días se encuentra alguien a un familiar próximo con una enfermedad gravísima, ni todos los días fallece un buen amigo. Afortunadamente. Pero que quede claro que aquel hermano, tío, primo, compañero de trabajo, colega de ocio o vecino, tan majo, tan simpático, tan cordial, tan educado, tan sonriente, tan aparentemente buena persona, podría estar engañándonos toda su puñetera existencia, mostrándonos tan solo la parte visible del iceberg, haciendo sobresalir solamente la superficie de su personalidad, salvo que, entre otras pruebas, se enfrente al triple filtro arriba indicado. Solo entonces descubriremos el verdadero, auténtico y genuino interior de su alma.










WATERLOO, EL OCASO DEL HOMBRE QUE ARRUINÓ ESPAÑA

EL EMBRUJO DE NAPOLEÓN Sí, he de reconocerlo. Yo también, durante años, sufrí el influjo de la alargada sombra de Napoleón Bonaparte (1769-...