miércoles, 9 de abril de 2025

A VUELTAS CON LA PROSTITUCIÓN

UNA POLÉMICA MÁS VIEJA QUE MI DIFUNTA ABUELA

A raíz de algunas investigaciones judiciales y periodísticas desarrolladas en los últimos meses, que han acabado destapando determinados comportamientos rayanos en el delito por parte de ciertos prohombres de la vida pública española, ha emergido con fuerza, desde las profundidades del océano de la memoria, el sempiterno, añejo y matusalénico debate sobre la profesión más antigua del mundo, cuyas primeras manifestaciones fueron recogidas en unos registros sumerios, datados en el año 2400 a. C.

LAS CIFRAS

Antes de nada, los datos fríos. Según un estudio realizado por Reyes Vila Pariente, magistrada de lo Contencioso-Administrativo de Sevilla y elegida en el mes de noviembre pasado decana de los jueces de la capital hispalense, unas 400.000 personas se dedican en la actualidad a la prostitución en España, de las que la inmensa mayoría son mujeres, y de estas, el 85 %, extranjeras. La actividad mueve solo en nuestro país un volumen de dieciocho millones de euros anuales, siendo el primer consumidor de prostitución de Europa, y en donde hasta un 40 % de hombres reconoce haber pagado alguna vez por sexo.

www.rtve.es (16-6-21)

LAS PALABRAS SON IMPORTANTES

Al abordar ya la polvareda mediática que nos ha puesto nuevamente frente al espejo esta realidad en nuestro suelo patrio, me gustaría empezar aludiendo a la terminología empleada por ciertos políticos y periodistas al referirse a las profesionales del sexo. Es obvio que el español es un idioma muy rico en sinónimos, y que cada uno, faltaría más, puede decir lo que le venga en gana, siempre que no traspase la delgada línea que separa un calificativo de un insulto. Pero es que en estos meses infaustos de sobreinformación judicial, al margen del término "señoritas", empleado por uno de los investigados, los telespectadores, oyentes y lectores españoles hemos escuchado por parte de altos políticos y excelsos comunicadores epítetos tales como "guarrillas", "fulanas", "golfas", "furcias", "zorras", "pelanduscas" o, simplemente, "putas". 

Sí, sí, ya sé que todos estos títulos son recogidos por los principales diccionarios de sinónimos para referirse a las profesionales del sexo. Pero es que yo pongo el acento en que los grandes próceres de la vida pública y comunicativa en España que utilizan estos términos no lo hacen por diversificar el vocabulario, sino por el mero hecho de insultar y denigrar. ¿Qué suena más pegadizo, más contundente?: ¿Puta o prostituta? ¿Fulana o prostituta? ¿Guarrilla o prostituta? ¿Pelandusca o prostituta? La realidad es que, casi siempre, se ha impuesto la primera acepción, pues al político o al periodista de turno esta le conviene más para machacar a su contrario ideológico, al cargar las tintas sobre la supuesta actividad ilícita con la que este ha estado relacionado. Pocas veces he visto, oído o leído el término "prostituta", que, desde mi punto de vista, es el más adecuado para que políticos y periodistas, que debieran buscar la ponderación en sus declaraciones públicas, aludiesen a las profesionales del sexo. Incluso, hace poco, una señalada dirigente de un partido político se refirió, en una red social, como "putero" a un contrincante ideológico, para afearle claramente su comportamiento en estas lides, enganchada verbal que, por cierto, acabó como el rosario de la aurora. Todo muy sórdido y lamentable.

HIPOCRESÍA 3.0

En segundo lugar, debo de acometer, necesariamente, el sexagésimo capítulo de neotartufismo en la España de hoy. Y es que, aunque todos sabemos que el hombre es una animal racional con ciertas dosis de contradicción, en la vida, y más cuando el conjunto de la ciudadanía te paga un sueldo, el político de turno debe contar con un mínimo de coherencia a la hora de desarrollar su labor. No parece muy de recibo que algunos personajes públicos, cuya plataforma ideológica aboga por la abolición de la prostitución en España, sean precisamente los primeros en utilizar los servicios de prostitutas, aprovechando viajes a Madrid o alquilando apartamentos en la capital del reino. Al margen de determinadas conductas delictivas asociadas a estas prácticas, no podemos admitir a la ligera que alguien, con poder y sueldo púbico, legisle de una manera y obre en privado de otra. Muy mal, señores.

PROSTITUCIÓN VOLUNTARIA VERSUS PROSTITUCIÓN OBLIGADA

Después de estos primeros escarceos con cuestiones terminológicas y neotartufistas, querría entrar ya en la parte nuclear de la polémica sobre la profesión más antigua del mundo, que no es otra que la forma en la que podemos acometer aquella. Lo primero que debo decir es que aquí me refiero, solo y exclusivamente, a la prostitución voluntaria, es decir, a la que una persona, en uso de su libertad individual, se dedica como profesión. Aquí no incluyo, por supuesto, a la trata de personas, a las mafias y a aquellas organizaciones criminales que se dedican a captar y mercadear con seres humanos, como si fuesen esclavos del siglo XXI. Con esta redes delincuenciales no hay más forma de actuar por parte de los Estados que con la policía y el código penal.

"LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES..."

¿Cuáles son las cifras al respecto en nuestro país? Después de consultar un montón de información, los datos más fiables nos dan el resultado de que, aproximadamente, un 80 % de las prostitutas son obligadas a realizar su trabajo, mientras que el 20 % restante lo hace de forma voluntaria. Y aquí, en este extremo, es cuando comienza la batalla ideológica. En ella, los señores wokes y los señores ultramontanos alzan la voz gritando, desaforadamente, que el tema está clarísimo, ya que si un porcentaje tan alto de personas son obligadas a realizar prácticas sexuales, la única respuesta del Estado debe ser la prohibición total. Es decir, que siguiendo las cifras antes aportadas por la magistrada sevillana, unas 80.000 personas se verían condenadas a dejar de realizar una actividad que ellas eligieron libremente. ¿Que hago zapping con el mando, y aparece un canal de televisión que no me gusta? Pues en vez de pasar al siguiente, lo ordeno cerrar. Sensacional.

Y aquí, en la libertad individual, está el quid de la cuestión. Porque yo me pregunto: ¿quién coño es el Estado o el Gobierno de turno para decirme a mí, ciudadano anónimo y autónomo en mis decisiones, que no puedo dedicarme a vender mi cuerpo a quien me dé la real gana y en la forma en que me dé la real gana? Entiendo que esta aseveración tan sencilla, esta suma de 2+2=4, no puede ser concebida por los señores wokes y los señores ultramontanos, que nunca entendieron ni nunca entenderán nada de estos asuntos. A ellos les va más el Gulag siberiano y la Inquisición de la Edad Moderna, pero hay algunos, hace mucho, que superamos las viejas ideologías totalizantes, y deseamos vivir acorde a la mentalidad y los valores de 2025.

BARRIOS ROJOS

A principios de julio de 2001, y en el marco de una excursión a Holanda (actual Países Bajos) y Bélgica, fui a Amsterdam. Durante una visita en autocar a la ciudad, el guía del viaje nos habló, entre otros temas, del barrio rojo, un sector céntrico de la villa, donde se desarrolla, a ojos de todo el mundo, la prostitución. Recuerdo perfectamente, como si fuera ayer, la opinión del guía acerca de esta cuestión: <<Tal y como se encuentran aquí, dentro de locales o de casas, pasando revisiones sanitarias periódicas y pagando impuestos, las prostitutas no tienen que pasar frío "haciendo la calle", están atendidas en cuanto a su salud y cotizan para una pensión en el futuro>>

Después de la visita guiada de por la mañana, recorrí, ya por la noche, el centro de la capital holandesa, y estuve andando por el barrio rojo aproximadamente durante una hora. La sensación general fue de tranquilidad, como la de patear los aledaños de la Puerta del Sol. No vi en ningún caso sordidez, delincuencia, alboroto o estridencias de ningún tipo. Ante los viandantes aparecían, nítidas e insinuantes, las prostitutas en sus locales, pero una impresión de normalidad lo envolvía todo. Es cierto, a fuerza de ser sincero, que el propio guía, por la mañana, nos indicó que no todos los barrios rojos de Holanda se hallaban tan bien acondicionados como el de la capital. Pero la regulación jurídica era exactamente igual en todo el territorio tulipán, así como en Alemania.

Comprendo que a los mojigatos de una y otra parte del espectro político español les incomode una situación como la de Holanda y Alemania, aunque no creo que, en cuestiones de calidad democrática, les podamos dar lecciones a estos países, dos de los fundadores de la Unión Europea.

Barrio rojo de Amsterdam (www.laguiadeamsterdam.com)

¿QUÉ FUE DE AQUEL FEMINISMO CLÁSICO?

Hace más de cuarenta años, a principios de la década de los ochenta, el entonces incipiente movimiento feminista postfranquista, apoyado diáfanamente por grupos políticos y sociales progresistas, llevaba entre sus reivindicaciones prioritarias la regulación de la prostitución en la forma que ahora la llevan a cabo Holanda y Alemania. Es decir, que la prostitución sea una actividad legal (en la actualidad, en España, no está penada, pero se halla en una situación alegal), que obliga a quien la ejerce a tener contratada una seguridad social privada, a pagar tributos al Estado, a hacer declaración de Hacienda y a pasar revisiones médicas periódicas.

¿HAY ALGUIEN AHÍ FUERA? (¿QUIÉN SE ATREVERÁ A SEGUIR LA ESTELA DE KOK Y SCHRÖDER?)

¿Qué queda de aquellas demandas, de aquellas propuestas tan lógicas y tan razonables? El recuerdo. Hoy todo son ideas abolicionistas, prohibicionistas, neoinquisitoriales. Todo lo que se salga de la norma impuesta por la ideología dominante es considerado herético y pecaminoso. Los señores wokes y ultramontanos dicen preocuparse por las necesidades sociales, por los problemas del ciudadano. Mienten. Los dos colectivos, polos opuestos de un mismo imán, atienden solo a sus propios principios ideológicos, a sus maltrechas ideologías. Y mientras, 80.000 personas en España continúan en el limbo jurídico, social y personal. ¿Cuándo llegará a la presidencia del Gobierno un Willem Kok o un Gerhard Schröder, líderes que fueron capaces de legalizar y reglamentar la prostitución en Holanda, en 2000, y en Alemania, en 2002, respectivamente? Al paso que vamos, no sé yo si lo verán nuestros ojos.















1 comentario:

  1. En general, en la mayor parte del mundo, la prostitución es una actividad tolerada, aunque no esté legalizada. La venta del cuerpo es una decisión individual de aquellas personas que deciden vivir de ejercer la prostitución. La legislación internacional debe perseguir la trata y el tráfico de turismo sexual a ciertos países, en los que está normalizada la prostitución como atracción turística.

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